Etiquetas
Antoine de Saint Exupéry, Aviador, Joseph Conrad, Marinero, Piloto
Un día está en Paris, otro día en Tolosa y al siguiente Alicante, en España. Es dura la vida del piloto. Vuela sobre los cielos fríos, tan fríos como el cálculo matemático de su trayectoria aérea. No es el piloto de guerra, es el piloto de correos. Joseph Conrad es a Antoine de Saint-Exupéry lo que el marinero es al piloto aviador, intrépidos, aventureros y de ralea noble en sus respectivas naciones. Si, por un lado, Conrad nos relata sus experiencias en el cuerpo de marineros de la marina mercante británica, por otro lado, Saint-Exupéry relata sus experiencias como piloto aviador al servicio del correo postal.
Barcelona, Valencia, Gibraltar, de España a África, hacia el Sahara. El deber, el orden y la aventura, aspectos combinados en la personalidad de un solo hombre, del alterego Bernís o Marlow, del piloto aviador en Saint-Ex y del marinero en Conrad. «El jefe de pista echa una última ojeada: absoluto orden en las cosas, gestos reglamentados como un ballet. El avión tiene exactamente su lugar en el hangar, así como dentro de cinco minutos lo tendrá en el cielo. El vuelo está tan bien calculado como el botamiento de un navío.» (Saint-Exupéry, 2001, p. 10)